Ana es monitora de los grupos de Fuego Nuevo en el colegio de Nuestra Señora del Loreto en Sevilla. Ella, al igual que otros muchos jóvenes comprometidos con las experiencias de verano que ha ofrecido la Pastoral del IBVM, nos relata sus impresiones después de haber vivido un campamento tan intenso y tradicional como es Chipiona.
"Llegué sin saber por qué….” Un
poco a ciegas, pero con mucha ilusión. Y ahora que me veo escribiendo esto,
recordando los días allí vividos, no puedo sino sonreír, y volver a sonreír. A veces caemos en el error de conformarnos,
de ser pasivos, de no mostrar ese interés suficiente por la vida.
Como no quiero caer en ese error,
intento buscar experiencias nuevas, momentos para no olvidar y personas que
dejen huella.
Porque, “En busca de la
felicidad”, no es solo una película de Will Smith, es también una meta de
todos. Y sin olvidar nunca meter a la ilusión en esa búsqueda. Ilusionarse en
lo que haces, con quién lo haces.
Y es entonces cuando puedo decir
que todo esto no se queda en palabras, porque sucede, ha pasado en un
campamento, en un lugar llamado, Chipiona.
¿Hasta
aquí llegué sin saber por qué?......... Ahora sí lo sé.
***
Siempre he escuchado que el gran
motivo de las decepciones es la imaginación, nuestra imaginación. Porque en tu
cabeza puedes verlo todo como te gustaría; los momentos perfectos, situaciones
diseñadas por ti donde aparece todo lo que quieres, y quien quieres. Pero si dichos como este me
gustan, más aún me encantan las excepciones.
¿Qué ocurre entonces cuando se
puede superar tu imaginación….cuando se superan los diseños de tu cabeza? Yo os respondo. Lo inesperado. ¿Y, qué hace lo
inesperado? Te sorprende. Y a todos….a todos
nos gusta que nos sorprendan.
Durante el campamento, los peques
preguntaban a cada segundo “¿Que hacemos después?” “¿Y mañana?”…. “¿Vamos a ir
allí?”..... Pero no obtenían respuesta. Los monitores conseguimos mantener la
boca bien cerradita. Y todo ¿Por qué? Pues por eso mismo. Por lo
inesperado. Sorprender, y ser sorprendido. Sin lugar a dudas el objetivo lo
hemos cumplido!
Como se dice en estos casos, “me
llevo un trocito de cada uno”. Sin embargo, creo que me llevo más. Me llevo sus
caras, sus ganas por disfrutar, bailar, cantar, ver cómo ponían ilusión en
todo. Me llevo recordar lo que es ser un niño. Y me ha encantado recordarlo.
Porque alguien me dijo que el único tiempo vivido, es aquel disfrutado.
Así que puedo sumar 15 días, 15
días más vividos, 15 días DISFRUTADOS.
Una muestra significativa de cómo han sido las sensaciones desde el grupo de monitores. Así, poquito a poco nos van llegando testimonios de aquellos que han compartido este verano tiempo y espacio con los más pequeños, con otros monitores y con Dios. No tardaremos en colgar testimonios de otras experiencias. El nuevo curso 2012/2013 empieza recordando todo lo vivido en estos meses estivales.
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